El otro día una suscriptora que no conocía, J., me contestó al email donde te hablaba de mi decisión con las redes sociales.
Yo contaba que había decidido enfocarlas de otro modo y ella me contó su historia, con su cuenta de 50.000 seguidores enfocada a la nutrición.
Hubo una cosa que me llamó especialmente la atención y es este trocito de su email:
“…Y lo curioso es que tardé en darme cuenta que esas personas que tan simpáticas se mostraban por el chat, era las que nunca me compraban.
Es un buen escaparate, pero atrae a clientes que buscan recursos gratuitos y esperan que estes ahi para ellos de forma gratuita. “
Aquí J. hizo una toma de consciencia muy chula: que sean simpáticos no implica que me vayan a comprar.
Pero falta una segunda toma de consciencia casi más importante: el contenido que yo publico afecta directamente al tipo de seguidores que atraigo.
Al meterme en su perfil, he visto una cuenta muy bonita y cuidada, con trucos, consejos, tips, recetas… un montón de información sobre lo que su cliente necesita.
PERO.
No hay contenido en base a lo que su cliente está viviendo en este momento.
No hay contenido que active el cerebro del cliente para que le llegue la idea de “a lo mejor necesito comprar esto que ofreces”.
Auch!
Es que tener seguidores no es lo mismo que tener clientes.
Tengas muchos o pocos seguidores, puedes cambiar tu facturación notablemente aprendiendo las bases de lo que significa emprender.
Si tienes muchos seguidores y te apuntas a uno de nuestros programas, seguramente veas resultados más rápido por todo el tiempo que llevas currándotelo.
Si tienes pocos seguidores y te apuntas a uno de nuestros programas, te vas a ahorrar muchos errores y mucho tiempo.
¿Qué es mejor?
Que no te conformes, que si hay algo que crees que puedes mejorar en tu negocio, empieces a ponerle nombre y apellidos cuanto antes.
