Ayer, en una de las entrevistas de valoración que tuve, la chica con la que hablaba se puso a llorar.
Se emocionó en el momento en que se dio cuenta de que le daba mucho miedo invertir dinero en ella misma.
Y yo, que estoy ahí para sostener estos momentos, le pregunté el por qué.
Se dio cuenta de que se asustaba porque en el fondo no creía que ella fuera merecedora de esa inversión.
Porque no se veía capaz de aprovechar la inversión.
No se veía capaz de recuperar su dinero ni de tener la vida que quería tener.
Y eso duele.
Claro.
Saber que te gustaría hacer las cosas de otra manera, pero en el fondo no verte capaz de conseguirlo.
Es jodido.
La buena noticia es que la diferencia entre verte capaz y no hacerlo está a una decisión de distancia.