Los martes doy clase de emprendimiento en Dórico, el programa grupal de la academia.
El martes pasado, escribo un mensajito por el grupo “chicas, hoy empezamos a las 9:30”.
No di más explicaciones porque no sé si a ti te pasa, pero yo me siento muy estúpida justificando tonterías por telegram o whatsapp o lo que sea.
Después ya les conté la razón.
La cuestión es que tuve que retrasar la hora de inicio de la sesión porque venía de entrenar y me había dado un chunguete.
Ya entrenando fuerza estaba regular, eso que se te sale el corazón por la boca y tú sientes que algo no marcha bien.
Pero como soy un poco cabudeta, hice el HIIT a tope. Lo di todo.
Y claro, cuando me preguntó mi entrenador el típico “Quetzali, todo bien?”
Yo: NO 🙂
Y eso que suelo decir que sí, aunque no sea muy verdad.
Imagínate: tumbados en el suelo, piernas para arriba, mis compis de gym abanicando… un cuadro.
Total, que nada, luego repasando mentalmente qué había podido pasar, me di cuenta de que el día anterior no había comido prácticamente nada nutritivo y no había bebido ni medio litro de agua.
Ahí lo tienes.
No falla, ¿verdad?
Pues en tu negocio de salud integrativa pasa igual.
Cuando llevas 3, 4, 12 (o los meses que sea) estancado en un nivel de facturación, sin saber cómo vender más, o cómo trabajar menos o lo que sea que te esté sucediendo…
Cuando te pones a analizar, siempre hay una razón.
Siempre.
Y eso es buenísimo porque significa que lo puedes resolver.
Ahora, claro, para saber eso del agua y la comida (que quizás para ti es obvio) yo he necesitado tener a mi lado a una nutricionista que me ayude a ver esas cosas que para mí no son tan evidentes.
Por ello siempre te digo, que intentes rodearte de gente que vea tus problemas como soluciones obvias.
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