La Ley de Manson de la Evasión dice:
“Cuanto más amenaza algo tu identidad, más lo evitarás”.
Es decir, cuanto algo más te puede acercar a cambiar tu propia percepción de ti mismo, más vas a evitar decidirte a hacerlo.
Es como que estás extrañamente feliz siendo como eres. Incluso con esas partes de ti que no te gustan.
Si te dejas guiar mucho por tus miedos, esto hace que la evolución sea muy poco probable.
Tus miedos te van a tener donde estás. Porque no quieren que cambies, porque vas a evitar tomar las acciones que te harían cambiar.
Y es por esta misma razón que muchísimas veces te lías a hacer cosas y cosas que solo te mantienen muy ocupado.
Esa lista de tareas interminable que te impide centrarte en lo que te hará avanzar.
Que muchas veces te impide incluso tomarte 60 minutos para pensar.
Terminas haciendo de todo, sin tiempo para nada nuevo.
Cuando lo que necesitas es hacer menos.
Hacer mucho menos.
El arte está en identificar lo que sobra.
Y para eso, normalmente se necesita apoyo de fuera. Para poder limpiar todo lo que no y tener un ente externo a ti, a quien poder culpar si las cosas salen mal.
Y que además este ente te diga: céntrate solo en hacer esto.
El ente soy yo, por si no estaba quedando claro.
Y en lo que te tienes que centrar es en hacer eso que te va a permitir convertirte en la persona que tiene los resultados que quieres.
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