Hoy te cuento un chiste (no muy gracioso) de mi chico:
- Hola, ¿tienes patatas grandes?
- Sí.
- ¿Pero muy grandes?
- Sí, sí.
- ¿Súper grandes?
- Que sí, que sí.
- Ok, pues ponme una de 10 kilos.
- No hombre, para eso no corto una patata.
Badam tss.
No es muy gracioso, te lo he advertido. Nuestros chistes son así.
Te lo he contado porque a muchas emprendedoras les pasa lo mismo con los objetivos.
Su próximo paso es aumentar en 1000 € su facturación mensual… y les parece tan poquito, que para eso no cortan una patata.
Y no se mueven.
Pero lo que van a conseguir desbloquear tras esa pequeña subida en su facturación, no lo podrían hacer si trataran de ir directamente a por los 5.000 € extra.
Te cuento mi caso:
Cuando empecé a emprender, quería facturar 1.500 €/mes. Con eso ya superaba mi sueldo por cuenta ajena y me hacía muy feliz. Además trabajaba menos horas.
Unos meses después me di cuenta de que con los gastos, se me quedaba en nada, así que fui a por los 3.000.
Al tiempo pensé que era mejor ir a por los 5.000 €. Un año después, me propuse por fin los 10.000 € y ahora me parece “normal” facturar 20.000 € cada mes.
Sin embargo, me sigue pareciendo una locura imaginarme un momento en que mi negocio facture 100.000 € al mes.
Cometí ese error queriendo pasar de 1.000 a 10.000 de una sentada con la primera mentoría que contraté.
Si ahora apuntara a los 100.000 me frustraría y tiraría la toalla. Seguro. No puedo.
Mi mente, mis habilidades, mi negocio… nada está preparado para ese salto. Y lo sé porque si estuviera preparada, lo tendría.
Solo estamos preparados para tener lo que tenemos.
Por tanto, optaremos a más facturación cuando elevemos nuestro conocimiento y nuestra mente.
Las dos cosas.
Y la magia es que si te permites adaptar tus objetivos a tu situación actual, tu evolución se da de una manera mucho más rápida.
Puedes sentirte frustrada durante años por no conseguir un objetivo grande, o bajar a un objetivo pequeño, conseguirlo en un mes e ir a por el siguiente.
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