Claro que puedes.
Esa ha sido la frase que tatuamos metafóricamente en las clientas que vinieron al presencial en Menorca hace unos meses.
Que nuestro mayor demonio está en nuestra mente, es evidente. Sí.
Que me da igual tu pasado.
Tus traumas no superados.
Tus miedos e inseguridades.
Que si en tu pueblo todo es diferente.
Que tu religión no te permite cobrar más de X
Todo eso son excusas para quedarte donde estás.
Para mantenerte “a salvo” y que no tengas que mover el culo para dejar de conformarte con una realidad que por una cosa u otra, no te sirve.
Y yo sé que puedes.
Es que claro que puedes, ¿cómo no ibas a poder?
No conozco a absolutamente nadie que se haya propuesto en serio algo en la vida y no empiece a ver resultados muy rápido.
El que se propone correr.
El que se propone cuidarse.
El que se propone ir en serio con su negocio.
Todos.
Poder, puedes.
Ahora la cosa está en que te llevas contando toda la vida que es cuestión de “querer” y no. Eso no va así.
Tampoco tiene la suerte nada que ver.
Ni te cuentes que “estás en ello” si estás exactamente igual que el mes pasado.
No te engañes.
Es cuestión de saber.
De tener un camino. Tener un plan y seguirlo.
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