Hace unas semanas comencé una etapa nueva e ilusionante.
Menorca me sentó de lujo, me trajo calma, paz, conexiones, amistades, espacio, nido…
Y ahora necesito otra cosa. Un poco más de ajetreo. Ya estoy en ello.
Una de las decisiones que necesité tomar era el dónde vivir.
No te voy a decir que los alquileres están por las nubes ni cosas de esas, a llorar por cosas externas aquí no.
La cuestión es que se dio la oportunidad de quedarme con mi madre unas semanas.
Después del ajetreo de las últimas semanas, con la mudanza, las despedidas, la casa nueva, la endometriosis… elegí coger esa oportunidad, con gusto y con susto.
Al principio con susto. Situación nueva, alejarme de Toni, no haber vivido nunca en casa de mi madre… Incertidumbre, vaya..
Luego fue con gusto. Tomando acción, ordenando mis espacios según mis necesidades y disfrutando de esa suerte que es poder compartir techo con tus padres como adulto.
Un regalo de la vida.
Dejarse acompañar, poner el corazón blandito y dejar que entre todo el cariño que la vida te quiere dar.
No es siempre la decisión fácil, pero es la más bonita.