Imagina que vas por la calle y alguien te para y te pregunta que cómo de sana quieres estar tanto tú como tu familia.
¿Qué dirías?
Sería muy chocante que alguien contestara: no, yo no pido mucho, lo justo para pasar los días sin desmayarme y poco más.
What??
Tacharíamos de loca a la persona.
En condiciones normales y pudiendo elegir… sería muy fuerte que alguien escogiera “lo justo”.
Pues eso hacemos con el dinero.
A veces, cuando pregunto por objetivos de facturación, la respuesta rápida es “lo justo para pagar las facturas”.
Tanto la salud como la economía, son resultados que tenemos en nuestra vida y por tanto se pueden mejorar.
Como te contaba ayer, con el dinero tenemos ciertas taritas que nos hacen contestar respuestas absurdas.
¿Te has planteado qué pasaría en tu vida si aprendieras a ganar el doble de lo que ganas ahora?
¿Qué cambiaría?
Si me preguntas a mi, no te voy a decir que quiero lo justo para pagar las facturas, hace tiempo que no pienso así.
Yo te voy a contestar que cuanto más mejor. Quiero todo lo que esté disponible para mi.
“Uf, qué avariciosa”
No. Es igualito que con la salud: cuanta más, mejor.
Y hay que acompañarlo con acciones, claro.
Decirlo o pedirlo no sirve de nada.
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