En septiembre de 2022 me vine a vivir a Menorca.
Por resumirlo: rompí mi rutina de entrenamiento y por unas cosas u otras estuve un año y pico sin entrenar de manera constante y mucho menos al nivel que yo necesitaba.
Y ahora que he vuelto, pasan cosas.
Te cuento.
Si entrenas, da igual que sea yoga o crossfit, me tendrás que reconocer que entrenar duele.
Es un dolor controlado y sano (cuando se hace bien), que permite que tu cuerpo evolucione, se adapte, mejore.
Duele más al principio y poco a poco, conforme te acostumbras y mejoras desaparece.
Por tanto diríamos que el dolor es necesario para el avance.
El dolor es muy diferente del sufrimiento. El sufrimiento no es necesario.
Me explico: ahora, al volver a correr siento dolor en partes de mi cuerpo que necesitan acostumbrarse de nuevo.
Antes, cuando no corría sufría porque pensaba que no volvería a correr nunca y echaba de menos sentirme en forma.
Muchas veces, para cortar el sufrimiento necesitamos enfrentarnos al dolor.
El dolor de reconocer que no sabemos algo.
El dolor de pedir ayuda.
El dolor del miedo que nos tenemos a nosotros mismos: por si no sale bien, o por si sale demasiado bien.
Huimos del dolor mientras normalizamos el sufrimiento.
Sufrir porque no llegas a fin de mes.
Sufrir porque trabajas demasiadas horas
Sufrir porque tienes dudas y no sabes cuál debería ser tu próximo paso.
Esto es opcional, no es necesario vivirlo y si quieres dejar de sufrir, necesitas enfrentarte a alguno de los dolores que no estás queriendo ver.
El problema es que a veces sabemos que nos sentimos mal pero no entendemos ni de dónde nos viene.
O pensamos que es por algo, pero en realidad es por otra cosa.
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